Ríquisimas y muy divertidas. Los alumnos se lo pasan pipa haciendo las galletas y luego desparecen como arte de magia. A los niños les chiflan (y a los adultos también, jijiji).
Si las guardas en una bonita lata de galletas o en un vistoso tarro de vidrio son el regalo perfecto para impresionar a los que más quieres.
Casi dan pena comerselas pero una vez que empiezas ya no puedes parar.
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