El secado o deshidratación de frutas y verduras, es un procedimiento que se hace desde hace miles de años para ayudar a su preservación.
Cuando los alimentos se deshidratan o desecan, pierden casi completamente el agua que poseen, evitando así la proliferación de microorganismos. Además, algunos procesos enzimáticos y químicos quedan detenidos, permitiendo la preservación de los alimentos por largos periodos de tiempo.
Y son un picoteo muy sano y delicioso.
Las frutas que se oxidan, como manzanas o peras, debemos sumergirlas durante un minuto en una solución de agua con mucho zumo de limón antes de deshidratarlas.
Gran parte de las verduras, especialmente las de fécula o las crucíferas, es conveniente escaldarlas, ya cortadas, en agua caliente durante un minuto antes de deshidratarlas para romperles las fibras y que se hagan después mejor (y evitar que se pongan oscuras).
Cuanto mas finas hagamos las rodajas, antes se deshidratarán.
Existen dos métodos caseros:
• Al aire libre y al sol: cortamos las frutas en rebanadas finas, de aproximadamente 1 milímetro de ancho, y las colocamos en una bandeja refractaria, o sobre una base con papel aluminio o incluso sobre una rejilla. Tardarían en deshidratar alrededor de 10 días.
• En el horno: colocamos la bandeja con las rodajas de frutas en el horno, y calentamos a baja temperatura, dándole la vuelta a la fruta de vez en cuando. La temperatura del horno no debe nunca superar los 60 grados. Nunca debemos cerrar del todo la puerta del horno, para que circule el aire y, de paso, ayudemos a que nuestro horno no alcance más temperatura de la deseada. Bastará con que pongamos un cucharón metálico en la puerta que deje una rendija por donde salga y entre el aire.
El tiempo varia con cada fruta y la cantidad de agua que posean, pudiendo tardar entre 3 y 6 hs.
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